21 sept 2013

La caótica efeméride de la paz


La constante en una sociedad es el caos. Lo queramos o no, así lo es. Es decir, nos acostumbramos a vivir en entornos hostiles que nos obligan a adaptarnos a situaciones inverosímiles para quienes no conocen el concepto "paz", que más allá de conocer su significado, hay que vivirlo para "realmente" querer y poder vivir en sana "paz" en cierto entorno social.

Soy de los que cree fervientemente, que la paz no llega por si sola a las civilizaciones (la historia así lo confirma), sino que más bien esta debe evolucionar desde lo más primitivo de nuestros actos, hasta llegar a la conciencia colectiva de aquellos que hayan sentido los estragos del caos.

En innumerables ocasiones, tanto en mi país como en muchos otros a los que he tenido la oportunidad de visitar, he visto personas que viven en situaciones bastante precarias, algo así, como en un infierno dantesco, al que yo, por vivir en una ciudad latinoamericana (con vastos problemas sociales) no puedo excluirme del entorno gracias a las consecuencias que estas generan. Por lo tanto, si un individuo que vive precariamente no conoce “algo”, indudablemente ese “algo” nunca le será de interés. Pues de igual manera es la paz y la conciencia de cambio hacia un mejor entorno. Si un adolescente que milita en una guerrilla nigeriana no ha conocido algo más allá de los confines de su espacio territorial, entonces le será muy difícil creer que exista algo distinto al caos en el que está inmerso.

Muchos estudiosos optarían por creer, que aquellas personan que no desean un cambio en su entorno hostil son conformistas, pero en mi opinión, soy de los que pienso que si esas personas nunca han conocido la paz, el caos les parecerá una constante que no se asemeja en nada al conformismo. Es un estado de confort que solamente los caóticos conocen y entienden. Son situaciones que pueden transfigurarse en términos tales como: intolerancia e injusticia, y que no solo se limitaría al adolescente nigeriano que milita en una guerrilla africana, sino a cualquier otra persona; víctima o victimaria en barrios o en comunas, donde la vida continúa independientemente al despótico caos social imperante.

En definitiva, el que no ve es como aquel que no conoce. El caos visto desde lejos no es más que trazos de un ciego que agobian a aquellos que nunca han nadado en la brava mar, pero para el individuo que está inmerso en esos trazos, el caos es una constante paz que no lo afectará en nada, haciendo que su vida giré en función a la ignorancia de cambiar sustancialmente su entorno.

En toda paz hay caos y en el caos también hay orden. Ahora bien: ¿Qué tan conscientes estamos del estado en que vivimos y hacia dónde queremos ir? / ¿Somos conformistas o realmente conocemos la etimología de la palabra “paz”?

Contradictoriamente hablando, el caos pude ser tanto un punto como también un millón de líneas sin patrón alguno. Todo depende de que ángulo se divise en el cristal.

"Esto es una simple reflexión en el día internacional de la paz. Una efeméride que debería prevalecer los 365 días del año y que tiene que aplicarse en su total naturaleza por más paradójica que esta parezca".