Para comenzar, quiero dar apertura la célebre frase de Karl Marx: “La religión es el opio de los pueblos”. ¡Vaya expresión de Carlitos!, una expresión que denotó el conocimiento del tremendo efecto analgésico del opio, comparando el doping de cuando un individuo en particular se entrega de lleno a cierto dogma, a una fundamentación que le coloca gríngolas al ser humano, o que en definitiva, llevan a los pueblo a la sumisión absoluta, digamos que, a la negación de sus realidades.
Considerando lo anterior, para aquellos que lo
desconocen, cuando tomamos un analgésico, en este caso un opiáceo, los dolores
no se eliminan permanentemente, más bien, son aliviados y adormecen al cuerpo, dejando
reposar a la masa inerte en un estado de letanía tal, que a grandes dosis, puede
extasiar al individuo, haciéndolo sentir embriagado y placentero hasta que sus
efectos desaparecen y comienzan los dolores nuevamente.
Pues bien, imaginemos que a millones de
borregos le dosifiquemos un opiáceo de última generación capaz de embriagarlos
y hacerlos sentir felices por un determinado tiempo. ¿Se imaginan a todos esos
borregos persiguiendo a un pastor en una ladera cuesta abajo?. Con esta
pregunta quiero hacer la analogía perfecta con respecto a la barrera
hematoencefálica que tenemos “nosotros” los venezolanos ante el opio ideológico
del Chavismo. Un régimen que fue dosificando gota a gota el estado de salud de Hugo
Chávez, con partes médicos ambiguos y que finalmente, en las exequias de su
funeral, fueron capaces de construir un circo capaz de mover masas
impresionantes de personas, entre las que destacan ciudadanos comunes, mandatarios
de otros países y personajes célebres de la farándula nacional e internacional.
Sencillamente, algo nunca visto en el mundo.
Ahora bien, ¿hasta cuándo durará el sentimiento
de lástima ante un ser humano?. Ya concluido el funeral este 08 de Marzo de
2013, solo les queda al gobierno extender el duelo unos siete días más y embalsamar
al cuerpo de presidente, así como lo han hecho otras tantas naciones, entre ellos
China con Mao Tse-Tung, Vietnam con Ho Chi Minh y el papá de todos, Lenin en la
URSS. Sin embargo, este Hugo Chávez no será cualquier mandatario embalsamado.
Éste será más bien un opiáceo de última generación, con lecciones aprendidas de
los viejos comunistas, con el poder económico que le proporciona el petro-estado
Venezolano y como si fuera poco, con la jeringa infalible para dosificar el opio
de una manera “rápida y efectiva” en el Venezolano, los medios de comunicación tradicionales,
y con una penetración abismal de la internet en la población jóven del país.
Ya veremos entonces cómo se dosificará el
martirio de un líder en pleno siglo XXI. Las jeringas ya cargadas de opio se pondrán
en funcionamiento a través de la televisión digital gratuita, un medio infalible
de llegar a las masas, capaz de dosificar la doctrina Chavísta al 1000%, segregando
a aquellos medios que no guarden una línea de programación izquierdista, colocando
una selecta programación política capaz de aliviar los dolores de la población,
frente a un país devastado en la pobreza, con altos índices delictivos y una
política de estado sorda-muda ante los verdaderos intereses de la nación, por
el contrario, apegados a los intereses económicos de su propia élite, la Chavísta.
¿Cómo reaccionará el pueblo venezolano de aquí en
adelante?, no lo sé. Solo puedo agregar, que ante un opiáceo tan fuerte como lo
es la ideología, el tocar fondo parece ser el único despertar de la nación. ¿Nos
abrirá los ojos la delincuencia desbordada, el desabastecimiento de los
principales rubros y tantos otros males que nos aquejan?, solo quedaría esperar
qué tan fuerte es la barrera hematoencefálica de los Venezolanos, barricada capaz
de impedir que la droga ideológica nos embriague la poca lucidez de nuestras realidades.
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